A lo largo del día todos tomamos muchas decisiones, por lo que creemos conveniente que nuestra primera entrada vaya dirigida a entenderlas un poco más.
Al igual que el número de decisiones que tomamos al día, el grado de consciencia de ellas es un asunto bastante controvertido. En futuras entradas trataremos este apasionante tema que ha puesto en jaque - al menos en el ámbito académico - el concepto del libre albedrío. Pero antes de adentrarnos en esos suculentos temas, tenemos que empezar sentando unas bases. Como decía una compañera en el primer laboratorio al que fuí: "primero el uno y luego el dos".
Es importante entender que el cerebro es un órgano variable, que procesa multitud de variables en paralelo y que, por consiguiente, nuestro comportamiento va a presentar pequeñas variaciones. Pensad si queréis en cuando estáis jugando a dardos. Pese a que apuntáis siempre al centro de la diana (o al triple 20 para quien nos lea desde la barra del bar), no siempre lanzamos el dardo de la misma manera, por lo que nuestros lanzamientos se agruparán alrededor del centro (imagen de la izquierda), más o menos dispersos -o precisos- según sea nuestra habilidad jugando a dardos (en los buenos jugadores los lanzamientos serán poco dispersos -altra precisión- y en los malos, muy dispersos -poca precisión- ). ¿Pero qué sucede con aquel amigo al que que "siempre se le van a la derecha"? Este amigo seguramente presentará una agrupación de tiradas más semejante a la de la imagen de la derecha en el que, pese a tener la misma precisión que el de la izquierda (las tiradas son igual de dispersas), el centro de las tiradas no está centrado a la diana, sinó desplazado hacia la derecha. Esto es lo que se conoce como un "sesgo".
Los sesgos forman parte de nuestra vida. En el caso de los dardos, sería un sesgo de índole muscular y/o visual, que provoca una desviación determinada de nuestros lanzamientos. Cuando hablamos de sesgos cognitivos, nos referimos a desviaciones en la manera de pensar o percibir el mundo que tenemos los seres humanos. ¿Queréis un ejemplo?
Si tuvieseis que elegir una de estas dos afirmaciones, ¿con cúal os quedaríais?
A) "Los mensajes difundidos por los medios de comunicación tienen más influencia sobre mí que sobre la mayoría."
B) "Los mensajes difundidos por los medios de comunicación tienen menos influencia sobre mí que sobre la mayoría"
Pese a que para reflejar la realidad de manera fidedigna, la cantidad de gente que debería haber elegido la opción A debería ser la misma que la opción B, la mayoría de vosotros ha elegido la B. ¿Cómo es posible? ¿Cómo es que la mayoría de la gente se sitúa en la minoría de menos influenciables? Esto es un sesgo cognitivo llamado "Efecto de la tercera persona" [1,2], en la que subestimamos la influencia de la propaganda sobre nosotros y/o se sobreestima la influencia de la propaganda sobre los demás.
Hay centenares de sesgos cognitivos que nos afectan en nuestro día a día. Un pequeño paseo por wikipedia os mostrará centenares de ejemplos en los que nuestro cerebro toma decisiones sesgas. ¿Preocupados? El primer paso hacia el pensamiento crítico pasa por aceptar que nuestro cerebro no es perfecto y que éste está diseñado para una tarea muy "senzilla": sobrevivir. En próximas entradas os presentaremos nuevos sesgos y su impacto en nuestros día a día. ¡Seguid conectados!
Bibliografía
[1] Conners, J. L. (2005). Understanding the third-person effect. Centre for the Study of Communication and Culture (CSCC). http://cscc.scu.edu/trends/v24/v24_2.pdf
[2] Gunther, A. C., & Hwa, A. P. (1996). Public perceptions of television influence and opinions about censorship in Singapore. International Journal of Public Opinion Research, 8(3), 248-265. https://academic.oup.com/ijpor/article/8/3/248/817039
Comments