Es probable que cuando ibas al cole había alguien que era extraordinariamente bueno en matemáticas y sacaba sobresalientes pero que, en literatura, con duras penas aprobaba… ¿te suena? Seguramente también te suene de series de televisión, con científicos frikis a lo “Sheldon Cooper” o informáticos “frikis” con graves problemas para relacionarse socialmente. Tal vez no te lo has llegado a plantear nunca, pero estos “personajes” (reales y ficticios) te han afectado más de lo que crees sobre cómo piensas que es la “inteligencia”.
Es obvio que “Sheldon Cooper” - personaje de la popular serie “The Big Bang Theory” que representa a un físico teórico brillante en su trabajo pero con serios problemas para relacionarse con los demás- es “inteligente”, pero claramente no es “inteligente” en todo, ¿no? De hecho, en algunas cosas es “tonto”... parece evidente, pues, que para poder categorizar de manera correcta a este personaje, haya que recurrir a las “inteligencias múltiples”. Pero, ¿qué son y de dónde salen las inteligencias múltiples?
Nuestra experiencia en clase y de las series de TV puede haber afectado a qué entendemos por "inteligencia"
En esta entrada del blog, abordaremos la validez de una de las teorías más influyentes en la historia de la educación: la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner. En diversas publicaciones entre las décadas de los 80 y los 90 (Gardner, 1983; Gardner, 1993; Gardner, 1999), Howard Garner fue perfilando esta teoría , según la cual, la inteligencia es “la capacidad de resolver problemas o elaborar productos que sean valiosos en una o más culturas”. Gardner, a diferencia de sus predecesores, “rompe” el concepto de inteligencia en diferentes tipos, que son:
Inteligencia lingüística
Inteligencia kinestésica
Inteligencia lógico-matemática
Inteligencia espacial
Inteligencia musical
Inteligencia interpersonal (relacionada con la “inteligencia emocional” de Daniel Goleman (Goleman, 1995)).
Inteligencia intrapersonal
Inteligencia naturalista
Inteligencia existencial
La lista original constaba de las primeras 7, y aumentó a 9 en el año 1999. De acuerdo con el propio Gardner en una entrevista para Big Think en 2016, esta lista tiene el potencial de seguir aumentando, y ha considerado añadir más inteligencias como la “inteligencia educativa” “la inteligencia humorística”, “la inteligencia culinaria”, o la “inteligencia sexual”.
Gardner propuso 9 inteligencias distintas, aunque no es una lista cerrada
Ahora te voy a hacer volver de nuevo al cole… olvídate del genio en matemáticas y de Sheldon Cooper por un momento… quiero que intentes recordar a aquellos compañeros que sacaban las mejores notas… los “cocos” de la clase… ¿sacaban notazas solo en un materia, o las sacaban en todas? Si tu clase era una clase como la de la mayoría, seguramente los mejores estudiantes sacaban las mejores notas en todas las materias, por lo que parece que el tema se complica… ¿Hay un único tipo de inteligencia que las engloba todas? ¿Hay diferentes tipos de inteligencia independientes las unas de las otras? ¿Hay diferentes tipos de inteligencia pero están relacionadas? ¿Cuánto se han de relacionar dos inteligencias para decir que es una sola?...
Si se es "inteligente", se suele ser en muchas disciplinas, no en algo en concreto.
Estas preguntas se las han hecho los científicos desde hace muchos años, así que, veamos un poco la historia alrededor del término “inteligencia”...
Las medidas de inteligencia se vienen realizando desde finales del siglo XIX con diferentes métodos: desde las escalas de inteligencia de Stanford-Binet (Couzens et al., 2011) pasando por los estudios de Charles Spearman sobre las correlaciones en diferentes pruebas mentales (Norton, 1979) hasta la diferenciación entre inteligencia fluida y cristalizada de la teoría de Cattell-Horn-Carroll (Catell, 1941; Horn, 1965; Carroll, 1993). En este proceso, se han evaluado multitud de test, incluidos los administrados hoy en día, como el Wechsler Adult Intelligence Scale (WAIS), derivado de los trabajos de David Wechsler (Wechsler, 1944). De este último, en el que se realizan pruebas distintas -como por ejemplo las matrices progresivas de Raven (Raven, 2000), de la figura siguiente- se extrae una medida total estandarizada conocida como el cociente intelectual -intelligence quotient (IQ)-.
Correlaciones…
Este concepto es la clave para poder determinar qué medidas son útiles para determinar lo que sea que llamamos “inteligencia”. Correlación hace referencia a la relación que existe entre dos o más factores. Por ejemplo: altura y edad están correlacionadas (al menos los 20 primeros años de vida), pues a mayor edad, mayor altura. Sin embargo, el color del pelo y la altura no están correlacionadas, pues el color de pelo no cambia en función de si mides 1,60 o 2 metros. ¿Y por qué es tan importante?
En las diferentes pruebas que se engloban el cociente intelectual (IQ), que van desde pruebas lingüísticas, matemáticas, lógicas… sacar una buena puntuación en uno de sus tests predice sacar también una buena puntuación en los demás, por lo que existe una gran correlación entre ellas (Deary et al., 2000, Deary et al., 2010). Esto demuestra que existe un factor subyacente a todas ellas, una especie de “agilidad mental” o “fluidez cognitiva” -inteligencia- que te hace realizar estos tests de manera más rápida y más certera. La figura siguiente, extraída de Deary et al. (2010), pueden verse la asociación de las distintas pruebas de los tests a un factor común (g), reflejando que nuestra intuición de que los mejores alumnos son mejores “en todas las materias” tiene un buen fundamento científico.
Extraída de Deay et al. (2010).
¿Y qué sucede si miramos las correlaciones en las medidas de las diferentes inteligencias múltiples? Aquí está seguramente el punto más problemático de la teoría, pues lo que se observa es que algunas de estas inteligencias están correlacionadas entre sí (Visser et al., 2006). Este punto es problemático, pues desde el punto de vista de la psicometría (disciplina de los procesos psicológicos de medición), si las catalogo como “inteligencias” distintas, no deberían estar correlacionadas, puesto que ser “inteligente en mates” no debería estar relacionado con ser “inteligente en lengua” de acuerdo a la construcción teórica de Gardner.
Si dos "inteligencias" están muy corelacionadas, ¿son dos inteligencias distintas?
A estas alturas, tal vez te estás dando cuenta de que una gran parte del problema se basa en la definición del término “inteligencia” y que, las definiciones que usamos en el día a día no requieren del mismo rigor que las definiciones que se usan en el ámbito científico. En nuestro día a día, podemos llamar inteligencia a muchas cosas distintas, pero desde el ámbito de la psicología, aquellas cosas que englobamos dentro de “ser inteligente” deben estar relacionadas, porque sino estaremos diluyendo el significado de la palabra. En una entrevista grabada para el programa 114 de Redes, dirigida por el brillante Eduard Punset, durante la recogida del premio Príncipe de Asturias, el propio Gardner comentó que uno de los principales motivos de la notoriedad de su teoría fue el utilizar el término “inteligencia” en vez del término “talento”, y lo exponía elocuentemente diciendo: “por qué al que es bueno en mates le llamamos inteligente y al que es bueno en música le llamamos talentoso?”. La respuesta a Gardner desde el ámbito de la Psicología sería algo cómo: “porque el que es bueno en mates también suele serlo en otras muchas disciplinas mientras que el que es bueno en música no tiene por qué serlo”.
Las definiciones de inteligencia en el ámbito científico requieren de mayor rigor que las que usamos en el día a día
Pero… ¿y si lo miramos al revés?
Al tratarse de un constructo psicológico, el término “inteligencia” viene también definida de acuerdo a su utilidad práctica a la hora de predecir algo. Dicho de otro modo, se puede plantear la cuestión de la inteligencia al revés: primero determinar aquellos parámetros sobre los que nuestro constructo llamado “inteligencia” deben ser más relevantes y luego mirar si el IQ y las inteligencias múltiples les afectan. En el caso de la inteligencia, es relativamente coherente establecer que alguien inteligente será aquel que obtenga un mayor éxito académico y profesional en diferentes fases (en principio, queremos que los más “inteligentes” sean los que saquen mejores notas…). Visto desde esta perspectiva “inversa”, el factor más determinante para predecir éxito educativo o laboral es el IQ (Sternberg et al., 2001; Firkowska-Mankiewicz, 2002; Strenze, 2007), mientras que en las inteligencias múltiples, unas pocas correlacionan débilmente con el éxito académico y otras no lo hacen (Ahvan et al., 2016), por lo que esta definición de “inteligencia” basada en “capacidad de predicción” tampoco sustenta la existencia de las inteligencias múltiples de Gardner.
Si el éxito educativo no se correlaciona con las medidas de "inteligencia", entonces algo está mal: o la educación o la definición de inteligencia...
Para concluir, es importante hacer constar que no hay nada “malo” ni “irrespetuoso” con la gente talentosa para la música, el deporte, la cocina, el humor o las relaciones sociales, ni tampoco han de desmerecerse esos talentos y ponerlas por debajo de la “inteligencia”, puesto que pueden ser tanto o más relevantes en la vida de una persona. Este debate se basa en gran parte en que las palabras nos sirvan para definir con exactitud algo y, la teoría de las inteligencias múltiples no ofrece la base científica suficiente para ampliar el término “inteligencia” a otras disciplinas que són extraordinariamente complejas e interesantes pero que no se ven afectadas de la misma habilidad mental subyacente que las disciplinas evaluadas en el IQ.
Ser talentoso en algo tiene el mismo valor moral que ser "inteligente", pero debemos separar ambos conceptos.
Referencias
Ahvan, Y. R., Zainalipour, H., Jamri, M., & Mahmoodi, F. (2016). The correlation between Gardner's multiple intelligences and the problem-solving styles and their role in the academic performance achievement of high school students. European Online Journal of Natural and Social Sciences, 5(1), 32.
Carroll, J. B. (1993). Human cognitive abilities: A survey of factor-analytic studies (No. 1). Cambridge University Press.
Cattell, R. B. (1941). Some theoretical issues in adult intelligence testing. Psychological Bulletin, 38(7), 592.
Couzens, D., Cuskelly, M., & Haynes, M. (2011). Cognitive development and Down syndrome: age-related change on the Stanford-Binet test. American Journal on Intellectual and Developmental Disabilities, 116(3), 181-204.
Deary, I. J., Whalley, L. J., Lemmon, H., Crawford, J. R., & Starr, J. M. (2000). The stability of individual differences in mental ability from childhood to old age: Follow-up of the 1932 Scottish Mental Survey. Intelligence, 28(1), 49-55.
Deary, I. J., Penke, L., & Johnson, W. (2010). The neuroscience of human intelligence differences. Nature reviews neuroscience, 11(3), 201-211.
Firkowska-Mankiewicz, A. (2002). Intelligence (IQ) as a predictor of life success. International Journal of Sociology, 32(3), 25-43.
Gardner, H. (1983). Frames of mind: The theory of multiple intelligences. New York: Basic Books.
Gardner, H. (1993). Multiple intelligences: The theory in practice. New York: Basic books.
Gardner, H. (1999). Intelligence reframed. New York: Basic Books.
Horn, J. L. (1965). Fluid and crystallized intelligence: A factor analytic study of the structure among primary mental abilities. University of Illinois at Urbana-Champaign.
Norton, B. (1979). Charles Spearman and the general factor in intelligence: Genesis and interpretation in the light of sociopersonal considerations. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 15(2), 142-154.
Raven, J. (2000). The Raven's progressive matrices: change and stability over culture and time. Cognitive psychology, 41(1), 1-48
Sternberg, R. J., Grigorenko, E. L., & Bundy, D. A. (2001). The predictive value of IQ. Merrill-Palmer Quarterly (1982-), 1-41.
Strenze, T. (2007). Intelligence and socioeconomic success: A meta-analytic review of longitudinal research. Intelligence, 35(5), 401-426.
Visser, B. A., Ashton, M. C., & Vernon, P. A. (2006). Beyond g: Putting multiple intelligences theory to the test. Intelligence, 34(5), 487-502.
Wechsler, D. (1944). The measurement of adult intelligence.
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